Descripción
Estas tres rosas amarillas nacieron de una necesidad de capturar la luz, no solo la que vemos, sino la que sentimos. El amarillo es alegría, es energía, pero no quise que se quedara ahí, en lo obvio. Por eso los reflejos verdes y azules (como si la vida misma se filtrara a través de ellas desde otra dimensión, más profunda y serena).
Los bordes de los pétalos están marcados con trazos de blanco, verde y azul para expresar la delicadeza de su forma sin perder su fuerza. Me gusta pensar que cada pincelada enmarca no solo su fragilidad, sino también su determinación de florecer. Porque aunque son flores, no son pasivas: se abren, respiran, ocupan su espacio.
Estas rosas no están ahí solo para ser bonitas; están vivas, y con los reflejos y los contornos quería expresar eso: que incluso lo suave puede ser poderoso, y que la belleza también tiene su misterio, su sombra, su eco invisible.»




Palmera despeinada 100x100 cm
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